Parte de un todo (NGC 1788)

A menudo observamos cuerpos celestes de forma aislada y olvidamos que todo es un gran ecosistema dinámico, y eso puede ocurrir si vemos NGC 1788. Es una nebulosa de reflexión que se encuentra en una zona relativamente oscura de la constelación de Orión, alejada de todos los grandes objetos que ya conocemos. Nada nos diría que esa pequeña mancha en el cielo está totalmente influenciada por los fuertes vientos y radiación provenientes de las estrellas de la Nube Molecular de Orión. Una foto vale más que mil palabras, y como muestra la siguiente imagen de la zona.

Foto 1788 de lejos.jpg

En ella podemos ver un complejo entramado de gases, masas de hidrógeno que están siendo esculpidas por las corrientes que discurren por el espacio. Esta región corresponde, desde el hemisferio norte, a la derecha de Orión, a un nivel intermedio entre Rigel y el cinturón. La masa de gas que vemos a la izquierda es el mentón de la Nebulosa de la Bruja o IC 2118, un objeto del que nos ocuparemos más adelante. En el centro de la fotografía, un poco hacia la derecha, destaca una pequeña masa de gas algo más brillante, que parece coronar una columna de aire más claro y brillante que el resto. Ese pequeño punto de luz es NGC 1788, una nebulosa de reflexión que está siendo esculpida por los vientos provenientes de las estrellas situadas mucho más lejos, en la zona del cinturón de Orión. Es un pequeño remanso de paz para una camada de estrellas recién nacidas que están creciendo en su interior, alumbrando con su primigenia luz las moléculas de gas. Estos astros, de apenas un millón de años de edad, permanecen escondidos tras la masa gaseosa, y sólo son visibles a través de Rayos X u otras longitudes de onda. Recibe el sobrenombre de la Nebulosa del Zorro, debido a que sus regiones más brillantes toman la apariencia de la cara de un zorro de largo hocico.

Para disfrutar de ella conviene verla con una abertura moderada, o al menos disfrutar de una noche bien oscura. El día que apunté a ella con mi Dobson 305 mm había cierta humedad en la atmósfera que transmitía, aunque de forma muy poco marcada, algo de la contaminación de Granada, haciendo que el cielo no pareciera lo limpio que suele ser en esa zona cercana a Quéntar. NGC 1788 ya se apreciaba a bajos aumentos como una nebulosidad débil y difusa entorno a una estrella relativamente brillante. A 214 aumentos obtuve la mejor imagen, ya que la nebulosa, aunque más tenue, mostraba mejor su contorno. Tras un poco de adaptación fui capaz de captar su forma de cabeza de zorro, o al menos eso es lo que pude deducir. La estrella más brillante, rodeada por la nebulosidad más intensa, vendría a ser el hocico, mientras que otras dos estrellas algo más débiles serían los ojos del animal. Otras manchas se adivinaban hacia abajo, en la zona que corresponde al cuerpo, bastante más tenues.

NGC 1788

NGC 1788 no es un objeto que resplandezca como otras nebulosas más cercanas, eso está claro, pero no deja de ser interesante contemplarlo como una prolongación de aquéllas que conocemos tan bien. Estamos, podríamos decir, ante un primo de M42, que comparte su sangre, y como tal bien se merece una visita en estas frías noches de invierno.

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