Orión alternativo

“La catedral del cielo”, como algunos conocen a la constelación de Orión, es una caja de sorpresas que esconde tesoros por toda su superficie. Una vez conocidos los principales, la curiosidad va hurgando por los rincones en busca y captura de cualquier otro objeto. Hoy nos vamos a ocupar de un cúmulo abierto, una nebulosa especial, y algo que no suele asociarse al Cazador, una galaxia.

El cúmulo es NGC 2112, una agrupación de estrellas que se encuentra al Este de Orión, cerca de la iridiscente M78, que ya vimos el otro día.  Está formado por un centenar de estrellas, si bien con mi Dobson 305 mm llegué a observar unas 30. Destacan unas 7 u 8 de ellas algo más brillantes, con el resto de magnitud inferior a 12. Las más débiles parecen chisporrotear en la distancia de manera muy tenue. Ocupa un espacio de 18 minutos de diámetro, y no es especialmente aparente al buscador, necesitando usar mayores aumentos para distinguir su naturaleza cumular. En la siguiente fotografía podemos verlo en la zona superior, una débil agrupación estelar; pero lo más llamativo de la imagen es, evidentemente, esa banda rojiza que la atraviesa de arriba abajo, como un río de gas.

Foto Barnard

Para comprender la naturaleza de esa banda luminosa no tenemos más que irnos hacia atrás para observarla en su conjunto, y nos daremos cuenta entonces de que estamos ante una porción del Bucle de Barnard. En esta fotografía de gran campo, que ya hemos usado alguna vez, podemos ver ese inmenso bucle rodeando a la constelación, desde su hombro a su pie izquierdo, dejando en su interior al cinturón y a M42.

Foto Complejo Orion

Recibe el nombre de Sh2-276 (del catálogo Sharpless) y es el resultado de la explosión de una supernova que ocurrió hace unos 4 ó 5 millones de años. Lo que podemos ver es el frente de la explosión que se va expandiendo a velocidades de entre 10 y 25 kilómetros por segundo, cuyo gas se ioniza por las jóvenes y brillantes estrellas que pueblan la constelación de orión. Ese hidrógeno ionizado, como hemos visto en anteriores ocasiones, es el responsable de otorgar el intenso color rojizo que caracteriza a esta nebulosa. Barnard fue el primero en fotografiarla, a finales del siglo XIX, si bien ya Herschel incluyó una de sus partes en su catálogo de “Regiones de Herschel” con el número 27. En dicho catálogo Herschel enumeraba lo que él pensaba que eran condensaciones de la Vía Láctea. Y sí, resulta que el Bucle de Barnard es apreciable a simple vista, sobre todo algunas de sus zonas más brillantes. Para ello, lógicamente, habría que disfrutar de cielos espectaculares, de los que ya van escaseando en el mundo. No obstante, algo podremos ver…

La noche que observé NGC 2112, una oscura noche en Blancares, con el sur lo suficientemente alejado de las luces de Granada, pude ver una especie de neblina que se encontraba acompañando al cúmulo. No me llamaba la atención su naturaleza “neblinosa”, que podría haber sido causa de la contaminación lumínica, sino que parecía ocupar solo la mitad del ocular, bañando en su borde a NGC 2112. Rápidamente comprobé que correspondía exactamente al límite del Bucle de Barnard y, asombrado, volví a refutar la visión. Allí estaba esa orilla traslúcida que pasaría de largo sin una adecuada adaptación a la oscuridad, y no pude menos que admirar el paisaje celeste. Es una imagen que debemos intentar ver.

NGC 2112

Pasamos al otro objeto de interés, que es lo último que esperaríamos encontrar en esta constelación: una galaxia. Lo cierto es que Orión cuenta con cientos de ellas al alcance de telescopios, pero ninguna tan brillante o extensa como para llamar la atención y ganarse un puesto en el podio de cielo profundo. NGC 2110 es una galaxia elíptica (tipo S0) situada a unos 100 millones de años luz, brillando con una magnitud algo superior a 12. Es una galaxia de tipo Seyfert, con un núcleo activo que emite energía hacia el lejano espacio a modo de faro cósmico.

Al ocular aparece como una pequeña mancha de poco más de 1 minuto de arco de diámetro, redondeada, con los bordes difusos y más débiles. Es fácil de ver, pudiendo apreciarse con visión directa, aunque no podremos ver en ella ningún detalle más, ni siquiera en fotografías de larga exposición. NGC 2110 no es, por así decirlo, nada especial, si pensamos que ser capaces de ver una bola inmensa de miles de millones de soles, situada a 100 millones de años luz de nosotros, no es nada especial… Además, el simple hecho de ser un objeto “raro” con respecto a sus vecinos es un aliciente más para cazarla con nuestro telescopio en estas frías noches de invierno.

NGC 2110

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