Intimidades de una vecina (NGC 1049, Hodge 2)

En estas noches invernales la débil constelación de Fornax se encuentra ocultándose hacia el oeste inexorablemente, pero si observamos a primera hora de la noche todavía estamos a tiempo de buscar por algunos de sus rincones. La Galaxia Enana de Fornax es una galaxia elíptica de unos 6.000 años luz de diámetro que orbita a nuestra Vía Láctea como un satélite, al igual que lo hacen otras galaxias enanas, como la de Sagitario o la del Can Mayor. Su magnitud visual de 9.3 puede resultar engañosa, ya que su brillo superficial se acerca más a la magnitud 17. Por ello, resulta hartamente difícil poder atisbarla con nuestros instrumentos, si bien aquéllos que dispongan de cielos paradisíacos en llanuras perdidas de África o islas remotas podrían intentarlo con mayor posibilidad de éxito.

La noche que observé la galaxia de Fornax la constelación se encontraba en plena campana de luz de Granada y tan cercana al horizonte que el tubo de mi Dobson 305 mm prácticamente estaba en horizontal. Aun así, quería echarle un vistazo antes de que se ocultara hasta dentro de unos meses, aun sabiendo que el resultado sería más bien pobre. Por supuesto mi objetivo no era la galaxia en sí, soy muy optimista pero tengo noción de lo imposible. No, otro de los alicientes que presenta esta galaxia, además de poder atisbarla, es conseguir cazar los cúmulos globulares que la rodean, de los cuales se conocen hoy en día seis. Ya de entrada es un dato curioso, pues las galaxias enanas no suelen tener cúmulos globulares a su alrededor, siendo la Enana de Fornax un curioso espécimen para estudiar. Normalmente, por acción de la gravedad, cabría esperar que los cúmulos globulares de Fornax hubieran sido ya devorados por su núcleo, y hasta hace poco no podía explicarse su persistencia en la periferia de la galaxia. Sin embargo, la materia oscura ha aparecido como salvadora de estos problemas, aportando estabilidad a los cuerpos de la galaxia con esa “atracción extra” que se necesitaba para explicarlo. De hecho, se estima que en las galaxias enanas la proporción de materia oscura es mayor al 90% de toda su masa, y que además, a diferencia de lo que se pensaba, no se encuentra acantonada en el núcleo, sino de forma dispersa por todo el volumen galáctico. Todavía quedan muchas cosas por descubrir respecto a este tema que nos tiene en pañales, pero le dedicaremos alguna entrada específica más adelante. Mientras tanto, podéis echar un vistazo a la entrada de Ciencia de Sofá, en la que se dan unas nociones y datos muy interesantes sobre el tema en cuestión.

Foto globulares

Volviendo a nuestros cúmulos globulares, entre ellos el más destacado es NGC 1049, que de hecho fue descubierto 100 años antes que la galaxia que lo alberga por John Herschel (si no sabes quién descubrió un objeto celeste, tienes un 95% de posibilidades de acertar si nombras a Herschel). En 1938, finalmente, Harlow Shapley detectó la luz proveniente de la galaxia, y unos 20 años después Paul W. Hodge descubrió otros cuatro cúmulos globulares que hoy llevan su nombre. NGC 1049 pasó a denominarse Hodge 3. El sexto globular tardaría unos años más en dar la cara. En la siguiente imagen tenemos fotografías de Hodge 1, 2, 3 y 5, en las que podemos apreciar sus diferencias en cuanto a densidad de estrellas.

Foto Fornax globulares.jpg

NGC 1049 se encuentra a 530.000 años luz de nosotros, por lo que podemos decir que dobla en distancia al errante extragaláctico (NGC 2419). Su magnitud de 12.9 lo hace asequible a instrumentos modestos, si bien su resolución se escapa de nuestras posibilidades. Con un tamaño de 0.4 minutos de arco, hacen falta usar aumentos elevados para poder distinguirlo como tal, y gracias a que contiene más de 360.000 estrellas en su seno. En las pésimas condiciones en las que le apunté con el telescopio pude verlo con relativa facilidad, tras varios sufridos minutos de búsqueda por las invisibles estrellas de esta constelación (más aún cuando casi roza el horizonte). De todas formas, cuando entra en el ocular se deja ver y se muestra como algo que, de entrada, no es una estrella. Viéndolo a 300 aumentos pude verlo como una pequeña esfera difusa, a la que la contaminación lumínica amenzaba continuamente con desaparecer, pero se mostraba sin problemas con visión lateral. Su núcleo era más brillante, puntiforme, apagándose después rápidamente hacia la periferia.

NGC 1049.png

Al otro lado de la “inexistente” galaxia estaba otro de mis objetivos, Hodge 2. Es otro globular aún más pequeño y más débil, con magnitud 13.5. Su clase VII lo cataloga como un cúmulo relativamente disperso y poco concentrado, pero a la hora de verlo por el telescopio no seremos capaces de notar esos matices. La intensidad de 180.000 soles se verá reducida a apenas un punto intermitente si las condiciones no son buenas. La noche que lo observé, si llego a conocer su magnitud previamente dudo que me hubiera molestado en buscarlo entre el fondo iluminado por las farolas, pero mi ignorancia me sirvió para intentarlo. Los primeros minutos no conseguí ver absolutamente nada en el lugar donde debía buscar, a medio camino entre dos estrellas más brillantes. Al cabo de un vi un débil punto, pero comprobé rápidamente con el atlas que no era más que una estrella de magnitud 13.5. Poco después otra estrella, más débil aún, se dejó ver en la zona, y gracias a la referencia de esos dos puntos pude conocer con precisión la localización de Hodge 2. Entonces, armado de paciencia, relajé la vista y volví a la caza. Tras veinte minutos noté por primera vez un mínimo destello que coincidía exactamente con su ubicación. Contento por poder distinguirlo, lo intenté varias veces con mayor éxito, apareciendo y desapareciendo ante mis ojos, esquivo pero presente al fin y al cabo. En cielos más oscuros y a mayor altura sobre el horizonte no debe suponer ningún problema. Las malas condiciones de la zona del cielo que observaba me hicieron recapacitar y decidí esperar unos meses para cazar el resto de globulares, con más tranquilidad y mejor temperatura. No hay prisa. Esa materia oscura no va a desaparecer de golpe ni los globulares van a disolverse. Llevan ahí unos 10 mil millones de años, así que podrán esperar unos meses.

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