Buceando entre las alas de la paloma

Hay ocasiones en que un objeto está tan cercano al horizonte que uno tiene la sensación de zambullirse en el mar cuando va a buscarlo, notando que las estrellas apenas se pueden enfocar y que el cielo parece especialmente despoblado. Así ocurre desde latitudes medias con la constelación Columba, o Paloma, que hasta 1679 pertenecía al Can Mayor. No tiene un mito claramente asociado, encontrando varias palomas en la literatura que podrían ocupar su lugar, desde la paloma del arca de Noé hasta la paloma que los argonautas enviaron para saber si podían cruzar el Mar Negro. Quizás ésta última explicación esté más en consonancia con su situación en el cielo, por delante de la constelación Puppis, que representa la popa de la nave Argo.

Para encontrar algunos de sus objetos podemos partir de un llamativo triángulo que se encuentra bajo la constelación de la Liebre, formado por las estrellas alfa, beta y épsilon Columbae. La más brillante de ellas, Phact, tiene una magnitud de 2.65 y su nombre significa, literalmente, paloma. A 268 años luz de nosotros, es una gran estrella de tipo espectral B7, que rota a velocidades tan altas que la han hecho meritoria de catalogarla como “estrella Be”. Este tipo de estrellas giran tan rápido que tienen su disco achatado y su pérdida de masa es mayor que en el resto de astros, provocando la formación de un disco circumestelar, responsable de que se encuentren líneas de elementos en su espectro que no deberían estar presentes en estrellas de tipo B.

Epsilon Columbae, la estrella más septentrional del triángulo, es una gigante roja tipo K1, con su color fácilmente visible a través de cualquier instrumento. Desde ella no tenemos más que bajar unos 6º hacia el sur para toparnos con el primero de sus objetos de cielo profundo, y quizás el más espectacular de ellos. Se trata de NGC 1851, un cúmulo globular que pertenece al halo galáctico de nuestra galáctica, donde residen los cúmulos globulares más antiguos. Su bajo contenido en metal apoya este dato, ya que sus estrellas se formaron básicamente a raíz de masas de gas en las que apenas había elemFoto NGC 1851entos más pesados que hidrógeno y helio. Hoy en día el medio interestelar es mucho más rico en metales, debido a su fusión en grandes estrellas y a la emisión por novas y supernovas. En la época en que se formaron estos cúmulos (NGC 1851 es relativamente joven, formándose hace casi diez mil millones de años) el espacio era un caldo de cultivo bastante homogéneo. Además, NGC 1851 presenta dos grandes familias de estrellas que se diferencian en su contenido en Lantano y Circonio, lo cual da a entender que su formación no ha sido regular desde el principio. Probablemente haya sufrido algún tipo de interacción con otro cúmulo, mezclándose de esa manera sus componentes.

Se encuentra a unos 39.000 años luz de nosotros y a 54.000 del centro galáctico, ocupando, como hemos dicho, su lugar en el halo de nuestra galaxia. Tiene una magnitud brillante de 7.14, y su halo de 11 minutos lo hace fácilmente detectable con los prismáticos, aunque la latitud será nuestro principal enemigo. Encontrarlo ya puede suponer un desafío si la atmósfera no se encuentra especialmente limpia, y será fácil sentir que navegamos en un mar de niebla que empalidece las estrellas que podemos ver. NGC 1851 será visible en el buscador como una diminuta mancha difusa, redondeada, que a pesar de su localización muestra un intenso brillo. Una vez miremos a través de nuestro telescopio tendremos que esperar con paciencia a que las turbulencias nos dejen disfrutar del espectáculo. Llama la atención, a bajo aumento, un intenso núcleo a cuyo alrededor se dispone un halo más extenso, de unos 10 minutos de arco de diámetro. A 214 aumentos llama la atención, usando visión periférica, que a ambos lados del núcleo la nebulosidad es más densa, dando la sensación de que el núcleo es más bien ovalado. Algunas estrellas lo rodean a una distancia prudencial, y en un primer momento podríamos jurar que es totalmente irresoluble. Pero no hace falta más que esperar un momento para notar los primeros centelleos, una estrella brillando en la periferia, otra un poco más cerca del núcleo… Una veintena de astros titilan tímidamente a lo largo de su superficie, algunos prácticamente rozando el núcleo, que con la visión adaptada adquiere un aspecto enormemente granujiento. Desde latitudes más meridionales, sin duda, debe ser aún más espectacular.

NGC 1851

Pero no acaba aquí lo que la paloma tiene que ofrecernos, y es que muy cerca de NGC 1851 hay dos interesantes galaxias, a menos de 3º de distancia hacia el oeste. NGC 1808 es una bonita espiral barrada situada a nada más y nada menos que unos 40 millones de años luz. Es una galaxia que está sufriendo un elevadísimo brote estelar desde hace unos 100 millones de años, con una gran cantidad de cúmulos y material nebuloso que se dispone en sus brazos espirales. Es una gran fuente de radio, probablemente debido a la emisión por supernovas, habiendo aparecido la última de ellas en 1993. En su núcleo reside un agujero negro supermasivo que es el responsable de la expulsión de grandes chorros de gas y polvo hacia el exterior, catalogándose por tanto como una galaxia de tipo Seyfert.

Foto NGC 1808

Visualmente es una galaxia brillante, con una magnitud de 10, y alargada, con una longitud de casi 6 minutos de arco. Al ocular de 13 mm es perfectamente visible sin ningún esfuerzo, destacando un núcleo brillante y puntual, que con mirada indirecta aparece alargado en el sentido de la galaxia. Sus bordes están bien definidos, con cierta forma ovalada, aunque no hay rastro de la presencia de sus brazos en espiral. Ni la latitud ni la abertura son suficientes para ello. Aun así, es de esas pocas galaxias que “saltan” del ocular sin ningún esfuerzo, y no es difícil imaginarla como una espiral algo inclinada respecto a su eje central, mirándonos desde la lejanía.

NGC 1808

Muy cerca de NGC 1808 se encuentra otra galaxia, NGC 1792, que parece haber sido la responsable de alterar la estructura de la anterior. De hecho, ambas galaxias estuvieron en contacto hace millones de años, quedando pequeñas alteraciones en sus brazos que lo demuestran. Un ocular de amplio campo podrá abarcarlas a la vez, mostrando una bonita imagen a la vez que inusual. NGC 1792 es, en muchos sentidos,The Starburst Spiral Galaxy NGC 1792 similar a su compañera. Se sitúa un poco más lejos, a 44 millones de años luz, y es una espiral barrada, aunque su núcleo es más tenue que la anterior. Mide unos 70.000 años luz de diámetro y su superficie se encuentra formada por hasta cinco brazos espirales, plagados por multitud de regiones HII de formación estelar.

Al telescopio NGC 1792 es, quizás, menos llamativa que su compañera. Posee un tamaño prácticamente idéntico, así como también comparte su forma alargada, ligeramente ovalada. Sin embargo, el núcleo de NGC 1792 apenas destaca sobre el halo, de forma que es una mancha completamente homogéneo, sin ningún detalle que mostrar a la vista. De todas formas es interesante compararla con NGC 1808, y con ocular de bajo aumento nos parecerán dos gemelas separadas por unos escasos 40 minutos de arco.

NGC 1792.png

Ambas galaxias pertenecen a la nube de galaxias del Dorado, una gran estructura repleta de galaxias que escapan, en su mayoría, a la visibilidad de los habitantes del hemisferio norte. Podemos darnos por satisfechos por disfrutar de estas galaxias tan australes, aunque sea a través de la neblina que forma nuestra atmósfera.

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