Buscando nubes en M51

Tengo una lista de objetos para observar en las noches más oscuras, una lista de objetos complicados y extremadamente tenues que aguardan su momento de gloria cuando estoy bajo cielos verdaderamente buenos. Sin embargo, en esas contadas noches también merece la pena dedicarle un tiempo a objetos ya conocidos, con el objetivo de saborearlos aún más. La noche del 1 de mayo me encontré bajo uno de esos cielos, sin viento, sin humedad, con el espacio que había entre estrellas ocupado por un reguero cristalino que no era sino reminiscencia fantasmagórica de cientos de astros mucho más débiles. Me decidí entonces a reencontrarme con una vieja amiga, M51M51, que ocupaba a esas horas un lugar preferente en el cénit. Justo un año antes la observé, estrenando mi Dobson de 30 cm, en un lugar con mayor contaminación lumínica. Fue, sin embargo, la primera vez que pude distinguir sus brazos en espiral, así como el primer dibujo que realicé sentado ante el telescopio, que adjunto como documento histórico. Sirvió, también, como primera entrada de este blog que ya ha cumplido su año de vida, así que hoy haremos un repaso a esta maravilla celeste que siempre nos muestra su mejor cara.

M51 es una galaxia espiral cuya distancia se sitúa, teniendo en cuenta la supernova de 2011, a unos 23 millones de años luz. Se nos presenta de frente, con dos brazos bien distinguidos, y uno de sus principales atractivos radica en la presencia de una galaxia satélite, NGC 5195, que parece surgir de uno de sus extremos, como una orquídea que sale al final del tallo. Ambas galaxias están protagonizando un baile lento e inexorable desde hace mucho tiempo. Hace apenas 500 millones de años NGC 5195, también llamada M51B, atravesó a M51, de manera que ahora ocupa una posición algo más distante. Estas interacciones dejan su huella en forma de regueros de gas y estrellas que salen disparados al exterior, como el delfín que sale del agua y se lleva tras de sí parte del agua de la superficie. Este fenómeno podemos apreciarlo en la fotografía de Álvaro Ibáñez Pérez, APOD del 6 de Septiembre:

Foto M51.jpg

Imagen obtenida por Álvaro Ibáñez Pérez. Abajo, luminancia en la que se observan las corrientes de marea generadas por la interacción entre las galaxias

Foto M51 luminancia.png

Dentro de dos o tres encuentros más las dos quedarán finalmente unidas en una sola. Es curioso comprobar que estas colisiones galácticas no son, ni de lejos, el violento evento que pueden parecer. Hay un espacio enorme entre estrellas, de manera que si comparamos nuestro sol con una canica de 1.5 cm de diámetro, la estrella más próxima, Alfa Centauri, estaría situada a unos 340 km de distancia. Pensemos por un instante en esta magnitud… No es de extrañar, por tanto, que durante una colisión entre dos galaxias no haya apenas interacciones entre sus estrellas. Lo que sí se produce es el movimiento de sus masas de gas, lo cual deriva en un aumento de su proliferación estelar. Gracias a su interacción, M51 y NGC 5195 han visto drásticamente aumentada su población local, manifestándose en forma de numerosas regiones HII y grandes nubes estelares azuladas en la primera. NGC 5195, sin embargo, posee una cantidad de gas interno mucho menor, con lo cual su tasa de formación de estrellas es, también, más reducida.

M51 LRGB final

Imagen obtenida por Juan Francisco Salinas Jiménez

En el centro de M51 destaca la presencia de un inmenso agujero negro, como en tantas otras espirales, y los últimos estudios han revelado la existencia de una banda de polvo en forma de anillo que rodea su zona central, apareciendo como un línea oscura que, curiosamente, se superpone con otra banda oscura en forma de X. No todas las galaxias cuentan con dos anillos de polvo a su alrededor, y no podemos negar que juntos, bandas y agujero negro, forman un curioso trío, marcando la «X» la situación exacta del agujero negro, como si fuera una indicación en un mapa. Messier 51 podría parecernos una galaxia extremadamente grande, debido a la fuerza que transmite en fotografías, pero lo cierto es que su diámetro apenas alcanza los 75.000 años luz, casi la mitad que el de la Vía Láctea.

Foto M51 core

Esa noche del primer día de mayo abordé M51 sin ninguna prisa, con la intención de sacarle más partido que en veces anteriores, y este dibujo es el resultado de más de una hora de observación. Fácilmente apreciable a través del buscador, a bajo aumento su imagen saltó a la vista como una pequeña fotografía. La estructura espiral, fácilmente visible, se adivinaba en esa esfera, mientras que su pequeña compañera aparecía como una manchita sin detalles singulares. Aprovechando la gran estabilidad atmosférica decidí usar el ocular de 7 mm, que me proporcionaba unos efectivos 214 aumentos. La imagen parecía sacada de un libro. La estructura espiral se hizo entonces mucho más evidente, con sus dos brazos saliendo del núcleo y arremolinándose en aparente orden. Al poco tiempo pude notar que no forman una espiral perfecta, sino que, en ocasiones, los brazos adquieren un camino más rectilíneo, con algún que otro giro más cerrado. El puente que comunica ambas galaxias era visible sin dificultad, aunque en su parte más central desaparecía transitoriamente. NGC 5195 no era, a su vez, perfectamente regular. Tenía un núcleo brillante y su zona más brillante adquiría una forma rectangular, muy alargada, apuntando a su compañera mayor. Hacia abajo su halo se extendía tenuemente en forma de semicírculo, como un débil abanico difuso. El puente comenzaba en un extremo de su centro rectangular, con un entrante oscuro que formaba un ángulo pronunciado justo sobre el núcleo. Pasaron los minutos y mis ojos, ya plenamente adaptados a la oscuridad, empezaron a notar diferencias de brillo en los brazos de la galaxia principal. El brazo que acaba comunicando con NGC 5195 mostraba una región más densa en su zona superior, que al comprobarlo en la red resulta que es una agrupación de regiones HII y cúmulos estelares que, en conjunto, producen una zona más brillante. Estas regiones se llaman HK34, CCM53, CCM55 y CCM57. El otro brazo es más rico en regiones HII, de manera que pude distinguir hasta tres condensaciones, más brillantes incluso que la anterior. A la izquierda, la región más densa es simplemente una zona especialmente poblada de estrellas. La que ocupa la esquina inferior derecha está formada por las regiones HII denominadas HK74 y HK77, mientras que la superior la forman HK9, HK17, HK25, HK26 y hK26.

M51-2.png

Con mi telescopio no pude distinguir ninguna de éstas por separado, pero notar el brillo conjunto de estas inmensas nubes de gas produce una sensación indescriptible, como un viaje al infinito, y una inmensa motivación para seguir buscando más «pequeñas» manchas en mundos distantes. Con un telescopio de mayor abertura esas regiones se individualizan y se muestran a ojos del observador como pequeños puntos nebulosos, pero hasta entonces habrá que seguir exprimiéndolos como hasta ahora, y es que un Dobson de 30 cm puede proporcionar interminables satisfacciones.