Decesos marinos (NGC 7293 y NGC 7009)

Acuario es una de esas constelaciones “difíciles” que no tiene una forma clara, como podríamos decir del Escorpión o el Cisne, por ejemplo. Está en una zona, además, que no tiene grandes estrellas que ayuden a orientarse, ni famosos objetos para ver. Pero objetos tiene, y lo suficientemente interesantes como para dedicarles una entrada sólo para ellos. En el cielo encontramos distintas etapas de la vida de una estrella, desde que nace hasta que muere. Ahora nos vamos a centrar en esta última fase, usando a dos grandes exponentes, como son NGC 7293 y NGC 7009.

NGC 7293, también conocida como la nebulosa de la Hélice o el ojo de Dios, es una nebulosa planetaria famosa en el mundo entero, aunque la mayoría de la gente no conozca su nombre ni su naturaleza. Ha tenido el honor, además, de ser la portada de la versión de 2014 de la mítica serie Cosmos, de Carl Sagan. Es una nebulosa peculiar por varios motivos. A diferencia de la mayoría de nebulosas planetarias (poniendo como comparativa a M57), NGC 7293 es enorme, ocupando 25 minutos de arco. Este gran tamaño se debe, sencillamente, a que es una de las más cercanas a nuestro sistema solar, flotando a unos 700 años luz. No está formada simplemente por una envoltura de gas, sino que estudios recientes indican que tiene dos discos gaseosos, producidos en distintas épocas. Uno inicial que se formó hace unos 12.000 años, y otro, que se desplaza más rápidamente, hace 6.600 años. Son, ambos, el resultado de la expulsión de las envolturas más superficiales por parte de una estrella moribunda que va siendo comprimida por la fuerza de la gravedad. Al calentar el hidrógeno de las capas más superficiales (su interior ya es rico en Helio), el gas se expande y es expulsado hacia el exterior.  Esta estrella, que va camino de convertirse en una enana blanca, emite una gran cantidad de radiación al comienzo de su muerte, lo cual excita los átomos de la nebulosa y los hacen brillar. Fotografías de larga exposición revelan la presencia de “cometas”, nebulosidades pequeñas que parecen desplazarse de la periferia al centro, con una cola a sus espaldas. En un principio se planteó la hipótesis de que fueran verdaderos cometas procedentes de una “nube de Oort” de la nebulosa, pero posteriormente se comprobó que cada uno de esos núcleos cometarios tiene un diámetro superior al de nuestro sistema solar, dinamitando dicha hipótesis. Qué contienen realmente, sigue siendo un misterio, pero no deja indiferente contemplar esas nubes que son golpeadas por la radiación de la estrella y vestidas con una iridiscente estela de gas.

CometariosNGC 7293 es una buena oportunidad para estudiar las nebulosas planetarias, gracias a su ya mencionada cercanía. Es un objeto muy amplio y con un brillo superficial muy bajo, factores por los cuales probablemente pasaría desapercibido hasta su descubrimiento 1.824. Con prismáticos ya se aprecia como una mancha amplia y difusa, por encima de la constelación Piscis Austrinus (Folmahaut nos puede servir de referencia).

A bajos aumentos, con el telescopio, ya se aprecia como una gran esfera en forma anular, vagamente discernible si no es con filtros, en medio de tres brillantes estrellas que forman un triángulo. Una vez colocamos el filtro OIII, la nebulosa aparece ante nosotros sin atisbo de timidez. Personalmente la mejor visión, para captar ciertos detalles, la obtuve a 125 aumentos. Se puede apreciar la estrella central, no especialmente brillante, acompañada por una decena de tenues estrellas inmersas en la nebulosidad. Ésta tiene una clara forma de anillo de humo, con el centro de menor brillo superficial. La adaptación a la oscuridad es crucial en este tipo de objetos. Al cabo de varios minutos pude percibir que la circunferencia interna no era una circunferencia perfecta. Tenía un entrante en su zona norte, un cabo que penetraba en el vacío interior (no es vacío realmente, a simple vista se aprecia cierta nebulosidad de menor intensidad que la periferia). Poco después pude comprobar que la parte exterior del anillo tampoco era redonda, destacando un “pico” que se prolongaba hacia una de las estrellas que lo rodean. Con visión periférica se adivinaban ciertas irregularidades más a lo largo del disco, dando una imagen espectacular. Eché en falta, sin embargo, la sensación de “doble hélice” que muchos refieren. Supongo que será cuestión de práctica y buenos cielos (esa noche tenía buenos cielos, así que me queda practicar).

NGC 7293

La otra nebulosa planetaria que esconde la constelación de Acuario es NGC 7009, también conocida como la nebulosa Saturno. Descubierta por Herschel y nombrada por Lord Rosse, se encuentra a una distancia entre 2.000 y 4.000 años luz de nosotros, bastante más lejos que NGC 7293. Su nombre proviene de la forma característica que presenta desde nuestra perspectiva, con dos nódulos bipolares que semejan los anillos de Saturno, visto de perfil. La causa de esta formación se desconoce, como tantas cosas: distintas densidades, vientos intensos dentro de la nebulosa… Pero eso no nos impide poder disfrutar del espectáculo que supone.

Al telescopio hacen falta ciertos aumentos para ver esta estructura característica. A 65x ya muestra un alto brillo superficial, viéndose como una estrella engrosada que resalta sobre el resto. A 125 aumentos, en una buena noche, ya se aprecian sin problema los dos nódulos, a modo de asas. El filtro OIII ayuda a verla más brillante, pero, personalmente, no obtuve mayor definición, con lo cual prefiero la imagen sin filtro. A 214x resaltan algo más las “asas” y, siendo la calidad atmosférica aceptable, decidí dibujarlo con el ocular de 7 mm. A los pocos minutos noté cómo un halo rodeaba a la parte más brillante, no sé si sería reflejo o gaseoso, pero lo plasmé en el dibujo. Su estrella central tiene una magnitud de 11.5, fácilmente alcanzable con cualquier instrumento óptico… Sin embargo me fue totalmente imposible apreciar cualquier atisbo de estrella. Quiero suponer que fue debido a que está rodeada por una capa de gas brillante que lo enmascara ante la vista. Sea como sea, es un buen aliciente para observarla una y otra vez, buscando esa estrella que juega al escondite.

NGC 7009

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