Al amparo del Pesebre (M67 y Abell 31)

Hoy nos vamos a ocupar de una constelación cuyo elemento más visible a simple vista no son sus estrellas sino el cúmulo del Pesebre, M44, que preside su centro. Pero no hablaremos de este cúmulo, sino de otro más pequeño y débil, así como de una tenue nebulosa planetaria que también descansa en esta constelación.

El cúmulo al que nos referimos es M67, una agrupación de 500 estrellas que, además de suponer una espectacular visión a través de cualquier instrumento, tiene información muy interesante que ofrecer. Y es que al referirnos a este cúmulo estamos hablando de uno de los más antiguos que conocemos. Sabemos ya que los cúmulos abiertos son agrupaciones de estrellas que han nacido en el seno de la misma masa gaseosa, y por tanto comparten edad y lugar. Ahora bien, con el tiempo, al igual que las personas, los miembros se van distanciando cada vez más, de manera que el cúmulo termina desapareciendo al cabo de varios millones de años. La mayoría de los cúmulos que observamos tienen menos de unos pocos cientos de millones de años, y algunos, como NGC 2024, apenas un millón. Pues bien, los últimos estudios confieren a M67 una edad de unos 4.000 millones de años, un poco menos que la edad de nuestro sol. No deja de sorprender que sus estrellas sigan fuertemente unidas pese al paso del tiempo, y no sólo eso, sino que se afirma que el cúmulo seguirá unido durante otros 5.000 millones de años. Sin duda es una familia duradera…

Foto M67.jpeg

Su avanzada edad es la responsable de que no veamos en su seno estrellas de tipo espectral O, B ni A, que son estrellas azules tan masivas y calientes que su vida termina rápidamente, en unos pocos millones de años. Su relativa cercanía a nosotros, situado a unos 2.700 años luz, nos ha permitido estudiarlo a conciencia. Al menos 100 de sus estrellas son amarillas similares a nuestro sol (de tipo espectral G), con minúsculas diferencias en cuanto a tamaño y temperatura, y se han encontrado casi 200 enanas blancas, una muestra más de su longevidad. Sin embargo, en las imágenes podemos ver varias estrellas de un fuerte color azul. Son “blue stragglers” o azules rezagadas, un tipo de estrella que nos sonará de algunos cúmulos globulares. Su espectro más “azulado” se debe probablemente a la colisión de dos estrellas más frías, que al chocar liberan energía y, por decirlo de alguna, se reactivan como astros más masivos.

Con una magnitud aparente de 6.1, es visible a simple vista si la noche es lo suficientemente diáfana, a la derecha de Acubens o alfa cancri (nombre que deriva del árabe “pinza”). Su visión con unos buenos prismáticos es especialmente interesante, apareciendo como una pequeña nubecilla salpimentada con débiles estrellas que titilan en constante ebullición. Una visión más profunda con el Dobson revela un magnífico enjambre de más de un centenar de astros ocupando casi todo el ocular a 125 aumentos (campo aparente de 30 minutos de arco). Una brillante estrella preside el conjunto en un extremo, y en el centro se disponen la mayoría de componentes de diferente brillo, destacando unos cuarenta más brillantes y un fondo plagado de diminutos astros más débiles. No transmite la fuerza de otros cúmulos como M47, sino más bien cierta delicadeza y suavidad por la homogeneidad de sus miembros.

M67.png

Sólo tenemos que mover el telescopio unos 3 grados hacia el sur para dar con el siguiente objeto, la planetaria Abell 31. También se denomina PK 219+31.1 y Sh 2-290, lo cual supone toda una excepción en el catálogo Sharpless, que incluye en su mayoría regiones HII. No es de extrañar, pues como podemos ver en la siguiente fotografía, su aspecto bien podría confundirnos con una de dichas regiones de formación de estrellas. Pero no, Abell 31 es una nebulosa planetaria, y una especialmente colorida además.

Foto Abell 31

Con más de 15 minutos de arco de diámetro, es de las más grandes que podemos encontrar en el cielo, superada por poco por NGC 7293, la Nebulosa Hélice, si bien Abell 31 presenta un brillo superficial aún menor. Su magnitud total de 12 no debe hacer que nos confiemos, pues necesitaremos un cielo muy oscuro y ayuda de filtros para poder, por lo menos, adivinar sus formas. En un primer momento, cuando apunté con el telescopio, no vi absolutamente nada. De hecho, ni siquiera sabía su forma ni su tamaño, por lo que tuve que probar con distintos oculares hasta que comencé a notar algo a 125 aumentos. Una débil nube apenas perceptible, que se hizo de notar algo más cuando usé el ocular de 24 mm, con 65 aumentos. El filtro OIII supuso un incremento muy importante en el contraste, aumentando su tamaño, y entonces comprendí que no era una de esas pequeñas planetarias puntiformes, sino todo lo contrario. La mancha débil y difusa tenía cierta forma esférica, pero era tan oscura que apenas podía adivinar los bordes. En la fotografía superior la región verdosa corresponde al oxígeno ionizado, y es precisamente esa zona la que pude ver cuando usé el filtro OIII, quedando la zona rojiza (hidrógeno, azufre…) totalmente fuera de mi alcance. No obstante, satisfecho, guardé el telescopio con la sensación de conocer al Cangrejo un poco más a fondo.*

Abell 31

6 Respuestas a “Al amparo del Pesebre (M67 y Abell 31)

  1. Grata descripción. Com tu me estoy»moviendo»por esta constelación. Tengo pendiente M67. Seguro que es digna, a pesar de que el Pesebre oculte esta joya. En mi ultima entrada me dedico a ella. Saludos y enhorabuena

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